CONSUMISMO EN EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

sábado, 11 de septiembre de 2010

Los venezolanos no podemos negar que somos alegres, dicharacheros, cada región conserva una manera bonachona de llevar la vida, somos unos especialistas aplacando momentos entre la rabia y la ternura. Es tanto así que si tuviéramos el ímpetu que tienen otros hermanos latinoamericanos, tal es el caso de los ecuatorianos, peruanos o chilenos, los gobiernos en Venezuela serian tan variantes como cambia el mostrador de una tienda para exhibir lo que se está llevando. Así que lo de golpistas… que va, solo es por casualidad.

Sin embargo, somos perezosos, nos importa un comino muchas veces si el vecino o la persona de al lado le pasa algo, solo nos mueve el gusano de la averiguación, en eso todos somos perfectos detectives, luego de conseguida la información la consumimos y luego la desechamos como el periódico viejo de ayer de Hector Lavoe… ¿será allí donde precisamente somos perfectos materialistas - consumistas?

Vivimos alimentándonos cada mañana de las páginas de sucesos y lo hacemos sencillamente para constatar que en ese día no nos tocó a nosotros, menos a un familiar, pero vaya tragedia cuando nos involucra una fibra del cuerpo, nos convertimos en un mar de llantos, dramáticos hasta el punto de ganarnos un premio Oscar a la mejor actuación dramática. Somos calculadores y cuando nos toca hacernos las victimas nos comportamos como el propio muchacho acusón que si no la gana, la empata.

Con el pasar de estos años también nos hemos transformado en una suerte de verdugos donde cada quién afila, según la ocasión, la mejor estrategia para la justificar las fallas que nos negamos a aceptar, si al niño le rasparon el examen pues resulta que el colegio o el profesor no sirven, si chocamos o nos multan por alguna infracción, entonces los fiscales o los policías de tránsito son unos matraqueros, si estamos en la cola de un banco o cualquier cosa, nos importa un coño la poca gente que hace la cola y de una llegamos moviendo la influencia con el cajero o el amigo subgerente para que nos pase de primero. Y aún así nos quejamos de las largas colas, cuando por ejemplo, se va a un banco. Hemos colapsado en materia de paciencia y servicio.

En esta suerte de jugar a lo que nos conviene vivimos apostando por la moda del “que se usa”, por eso clientes y ladrones quieren tener el último blackberry, porque si no, no estamos en nada, no estar en eso “que se usa” nos hace sentir inferiores. Anteriormente recuerdo que el que no tenía las gomas del momento no se estaba en la moda –caso los hombres, no se las chicas- pero ahora todo nos envuelve en un aura de que si no consumimos lo que se lleva no estamos en nada.

La moda es ser santero, chavista, ateo, comulgar con el aborto y que maten al malandro y si lo agarran que lo descuarticen en la cárcel, joder al que te jode, burgués para los casos de no juntarse con la chusma y vivir preguntándonos ¿cómo ese que está en el gobierno puede ser semejante alcalde? De lado y lado, los buenos y los malos, los escuálidos y los chavistas, vivimos justificando del por qué el otro no tiene derecho, siempre alimentándonos el ego de nuestro ombligo que consideramos que es el único centro por la cual la tierra debe girar.

La tristeza, un motivo que poco a poco se va metiendo en nuestra razón de ser –inconscientemente- nos está comiendo el alma y por eso atrévanse a preguntar un poquito que le sucedió a la gente de la postemporada de lacortina de hierro (muro de Berlín), guerra fría y todo el proceso “revolucionario” que vivió la Europa oriental a principio del siglo XX, pregunten, averigüen como les quedó la vida después que el comunismo cayó. Sería una cosa de Uds. y no mía saberlo, porque por mi parte yo si sé lo que pasó.

Si de esa manera consumir lo que este gobierno está implementando es estar en la onda como las demás cosas que he contado mas las que quedan por fuera por motivos de aburrimiento a estas alturas de mi lectura, pues mi única esperanza es que los venezolanos lo consumamos y desechemos así como ese último celular que desplaza al otro cuando nos ofrece otra cosa que consumir, que la moda pasa y lamentablemente es cíclica. En ese interín solo pido darnos cuenta de que ya nos conviene y no haya sido muy tarde para enterarnos que tanto daño nos ha hecho vivir en el socialismo del siglo XXI.

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